Larre-Gain (Hernani): Abril 22, 2011

Asistentes: Patxi (El Crápula Mayor), Marga (la crápula consorte), Sonia y Edu (conocidos crápulas)

Previo

Una semana después de haberla visitado Nesss, Johnnie y otros, los maños deciden no faltar a la tradición de devorar txuletones en Viernes Santo. Y esta vez acuden acompañados de los señores de "El Refugio del Crápula", conocido garito madaleniense de la noche zaragozana.

Poteo previo en el Antiguo con Nerea, guardiana de las llaves del piso de Johnnie que amablemente nos ha prestadopuesto que en estas fechas fue imposible encontrar alojamiento a precios razonables. Tras el poteo, y tras saltarnos algún prohibido el paso, echamos una siesta demasiado corta pero reponedora y salimos a tomar algo al Aralar. Avisados por Nesss, comprueban que las paradas de bus se han movido y varias calles del centro han cambiado de dirección en plena Semana Santa (gran idea, por cierto). Los taxistas confirman que al ser festivo no había bus a las sidrerías así que cogen un taxi que les sube al monte en poco tiempo y aún de día.

Sidrería

La sidrería está situada en un paraje muy chulo, sobre todo al anochecer. Tras un breve paseo por los alrededores y confundir los manzanos con almendros, entramos dentro. La sidrería de tamaño acogedor pero suficiente y muy chula, con una zona de 10 kupelas (todas de madera, la mayoría con grifo, y bautizadas con el nombre de un tipo de manzana) y otra para comer. Destaca la gran cocina.

Respecto al papeo, un plato de deliciosas anchoas de aperitivo, tortilla de bacalao muy bien puesta, bacalao con cebolla y pimientos y con tomate y pimientos (se podía elegir una de las dos variedades o combinarlas, que es lo que hicimos), estando ambas modalidades muy buenas, y dos chuletas tambien muy ricas (aunque Marga complementó cada uno de sus trozos con extra de sal) cuyos huesos hicieron las delicias del maestro roedor. De postre, una buena ración de membrillo y queso y una generosa ración de nueces. Hubo quien se puso hasta las patas de queso porque había dos personas que no gustaban de tal manjar, haciéndose incluso un minibocadillo con el restante cuando ya no podía más. Y como todo Viernes Santo que se precie, no faltaron los estigmas en las manos debido a las (santas) nueces, que también llenaron los bolsillos para llevarles algo de comer a las de El Caserío. En total, 110€ (unos 27€ cada) teniendo en cuenta que cayeron dos txuletas para cuatro; en la visita de Ness, 76€ en total (25€ por persona) con una única txuleta. En resumen, buena calidad, buena ración por persona y uno de los precios más bajos que hemos encontrado en los últimos años.

Inicialmente no mucha gente, pero tampoco poca (unas tres mesas), pero posteriormente casi se llenaron todas las mesas, incluyendo dos mesas largas de jóvenes de fuera (penalización para uno de los grupos por haber pedido dos botellas de agua de litro!! aunque luego parece que tampoco la probaron...). El cashero, abría los grifos pero también animaba a la gente a servirse ellos mismos si él no estaba. No faltaron tampoco varios txotxes de las que no tenían grifo. Grandes conversaciones de Edu con el cashero acerca de variados temas sidreriles. Le comenta que por costumbre cierran siempre el primer domingo de Mayo, le ilustra con todo tipo de detalles sobre los distintos tipos de manzana y cómo las combinaban, comentan sobre otras sidrerías señalables y las nuevas denominaciones de orígen, dejando finalmente muy claro que ellos tienen un visión muy clara sobre cómo debe ser su negocio, visión que intentan no cambiar demasiado a pesar de los avatares de las distintas clientelas, lo cual es de agradecer.

Para la vuelta nos llaman un taxi que por un precio parecido a la ida (unos 12€) enseguida nos baja por la estrecha carretera (¿¿¿pero cómo hacen cuando se cruzan con el bus???) y nos deja en el centro de Hernani, que entre la Semana Santa y el final de la temporada sidrera está bastante muerto. Tras un trago en el Aralar y otro en El Caserio (esta vez la camarera no devora las nueces), nos retiramos.

Epílogo

A la mañana siguiente, una vez ya resucitados todos los tipos de crápulas que habitaban el piso de Johnnie, cambiamos el poteo de Hernani por el de Hondarribia, donde caen varios pintxos acompañados por vinos, zuritos y txakolises. Descubrimos que los bares de color negro son los menos aconsejables. Tras un paseo por la parte vieja, volvemos al coche y regresamos a Zaragoza.